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Los defectos estructurales o funcionales cardiacos presentes al nacimiento
constituyen las cardiopatías congénitas, aún cuando
éstos se identifiquen en un periodo posterior de la vida. La incidencia
en la población infantil es alrededor del 1% de los recién
nacidos vivos, siendo mayor si se incluyen abortos y mortinatos. La etiología
es multifactorial, dependiendo de factores genéticos y ambientales.
Los genéticos de forma aislada son responsables de un 8% de los
casos, relacionándose sobre todo con anomalías cromosómicas
(trisomía 21 y 18, síndrome de Turner). Hasta en un 2% los
defectos cardiacos tienen como causa exclusiva factores ambientales (rubeola,
radiaciones) que actúan en el periodo crítico del desarrollo
del corazón (días 18 al 45 de gestación). El 90% restante
son producidas por interacción de los dos tipos de factores. Las
cardiopatías congénitas tienen riesgo de recurrencia en hermanos
futuros en un 2-6%, y riesgo de transmisión a los hijos, cuando
uno de los dos padres posee una cardiopatía, que se estima
de un 1-10%, siendo mayor en el caso de que la portadora sea la madre.
Por este motivo es de preveer que la incidencia de cardiopatías
tienda a aumentar en los próximos años como consecuencia
de la mayor expectativa de vida de cardiópatas que llegan a la edad
reproductiva, hecho que hasta ahora era poco probable, lo que ha mantenido
la incidencia de cardiopatías relativamente estable en los últimos
30 años.12, 13
2.1. CLASIFICACIÓN DE LAS CARDIOPATÍAS
CONGÉNITAS
Existe una clasificación clínica que se basa en los aspectos
fisiopatológicos y agrupa las cardiopatías desde un punto
de vista sindrómico en cianóticas o acianóticas, con
cortocircuito o sin él (Tabla
2), pero puede dar lugar a superposición entre los diferentes
grupos. Con el fin de adoptar una nomenclatura común y poder clasificar
todas las cardiopatías, descritas o no, Van Praagh propuso en 1.972
el método segmetario que tiene en cuenta cinco segmentos cardiacos,
tres principales (aurículas, ventrículos y grandes arterias)
y dos de conexión (canal auriculoventricular e infundíbulo).
El análisis de los segmentos en cuanto al situs o topología,
alineamientos, conexiones y relaciones espaciales constituye la clasificación
segmentaria. En la figura
1 se muestra el diagnóstico segmentario de las cardiopatías
congénitas en función del situs (solitus o normal, inversus
o imagen en espejo del solitus y ambiguo o difícil de precisar)
y de los alineamientos entre segmentos principales (concordancia o no concordancia).13,
14, 15
2.2. PRESENTACIÓN CLÍNICA DE
LAS CARDIOPATÍAS CONGÉNITAS
La insuficiencia cardiaca congestiva, la cianosis o el shock pueden
ser las formas más graves de ponerse de manifiesto una cardiopatía
congénita en el lactante. La edad de presentación es un dato
muy importante que ayudará tanto a enfocar el diagnóstico
como a dirigir las medidas terapéuticas más adecuadas en
cada caso. Aquellas cardiopatías dependientes de la permeabilidad
del ductus se suelen presentar de forma brusca y en la primera semana de
vida, bien por cianosis severa o en una situación de shock cardiogénico,
siendo fundamental en ambos casos el tratamiento con prostaglandinas. Las
que producen insuficiencia cardiaca congestiva se presentan gradualmente
a partir del final del primer mes y se beneficiarán más del
tratamiento inotrópico y diurético.16
El lactante con una cardiopatía congénita cianótica
se presenta con cianosis central, con PaO2 y saturación bajas, situación
que empeora con el llanto, y PaCO2 normal. Pueden existir anomalías
en el ECG, cardiomegalia y soplo cardiaco que orienten más el diagnóstico
hacia una cardiopatía, pero es fundamentalmente la falta de respuesta
a la administración de oxígeno, en ausencia de problema pulmonar
añadido, lo que reforzará más el diagnóstico
de sospecha. En general se considera que un aumento de más de 100
mm Hg sobre las cifras basales de PaO2 después de suplementar
oxígeno al 100% hace improbable el diagnóstico de cardiopatía
cianótica (Fig.
2). Si se trata de un recién nacido o lactante pequeño,
con sospecha fundada de cardiopatía cianótica, aún
antes de la valoración y del estudio cardiológicos, se iniciará
tratamiento con prostaglandina E1 en perfusión continua. Las características
del flujo sanguíneo pulmonar puede ser indicativo del tipo de cardiopatía
cianótica, distinguiendo entre las que cursan con isquemia pulmonar,
siendo las más frecuentes en el periodo neonatal la tetralogía
de Fallot, atresia pulmonar con septo interventricular íntegro,
y atresia tricúspide con estenosis pulmonar, y las que se asocian
a hiperaflujo pulmonar como la transposición de grandes arterias,
retorno venoso pulmonar anómalo total, ventrículo único
sin estenosis pulmonar y síndrome del corazón izquierdo hipoplásico.
Los defectos cardiacos que producen circulación excesiva por
el lecho vascular pulmonar a causa de derivación izquierda-derecha
se manifiestan por insuficiencia cardiaca congestiva. La sintomatología
comienza de forma gradual a partir del mes de vida, siendo esto debido
a que al nacimiento las resistencias vasculares pulmonares elevadas en
el recién nacido restringen el paso de izquierda a derecha. A medida
que éstas resistencias disminuyen se aprecia la aparición
de soplos y sintomatología que al principio puede ser inespecífica
como irritabilidad, cansancio con las tomas, diaforesis y escasa ganancia
de peso, siendo progresivamente más florida, a partir de las 6-8
semanas de vida. En el recién nacido prematuro, con resistencias
vasculares pulmonares bajas debido a que sus arteriolas son de gran calibre
y de paredes delgadas, este tipo de cardiopatías con comunicación
izquierda-derecha pueden producir ICC ya desde las primeras horas o días
de vida. Otras excepciones se producen cuando se asocian a lesiones obstructivas
de cavidades izquierdas y en caso de grandes fístulas arteriovenosas
sistémicas o en ventanas aortopulmonares, donde las resistencias
pulmonares no limitan el shunt al ser éste masivo. En la figura
3 se detallan las principales cardiopatías congénitas
que se manifiestan por insuficiencia cardiaca congestiva y la edad de aparición
más frecuente.6
Cuando un recién nacido previamente sano se presenta bruscamente
en estado de shock el diagnostico diferencial incluirá básicamente
una sepsis grave o una cardiopatía congénita caracterizada
por obstrucción severa de la salida del ventrículo izquierdo.
Estas lesiones cardiacas necesitan la permeabilidad del ductus, con shunt
derecha-izquierda, para garantizar un flujo sistémico adecuado,
de forma que hacia el final de la primera semana de vida, coincidiendo
con el cierre fisiológico del ductus, la perfusión sistémica
se ve comprometida, aparece hipotensión marcada, acidosis metabólica,
insuficiencia respiratoria y un grado más o menos marcado de cianosis
e hipoxemia. La coartación de aorta grave y la hipoplasia de cavidades
izquierdas son cardiopatías que se presentan de esta forma, siendo
la hipoplasia el caso más extremo.17
El tratamiento incluirá de forma obligada prostaglandinas en perfusión
continua para la apertura y mantenimiento de la permeabilidad del ductus,
además de inotrópicos, corrección de la acidosis y
asistencia respiratoria.
En los niños más mayores con cardiopatía congénita
una vez diagnosticada y tratada, siempre hay posibilidad de descompensación
o empeoramiento de una insuficiencia cardiaca estable. Salvo el aumento
de hepatomegalia y cardiomegalia, otros signos como taquicardia o taquipnea
no siempre son indicativos de más insuficiencia cardiaca, debiéndose
considerar otras posibles causas, fundamentalmente de tipo infeccioso pulmonar
o general.
Los niños con cardiopatía cianótica de igual forma
también pueden experimentar en algún momento un aumento de
la cianosis y desaturación de oxígeno arterial. Una vez confirmada
que existe realmente una disminución de la saturación, las
causas posibles van a ser: obstrucción de la derivación sistémico-pulmonar
(Blalock-Taussig), que se caracteriza por un aumento gradual de la desaturación,
nunca es de forma brusca; enfermedad pulmonar, en cuyo caso el aporte de
oxígeno mejorará la saturación; lo más frecuente
es que sea debido a una alteración del equilibrio entre las resistencias
pulmonares y sistémicas, como ocurre con la fiebre o en la deshidratación.
La disminución de las resistencias sistémicas en el caso
de la fiebre, o la disminución de la presión sistémica
en la deshidratación, aumentarían el shunt derecha-izquierda
y por tanto la cianosis. El control de la hipertermia y la administración
de volumen mejorarán la cianosis. Pero la causa más dramática
de desaturación sistémica son las crisis hipoxémicas,
típicas de niños afectos de tetralogía de Fallot no
corregida o paliada. La cianosis aumenta de forma brusca coincidiendo con
hipoxemia marcada, disnea, agitación, llanto e hiperpnea. En la
auscultación desaparece el soplo sistólico a consecuencia
de la falta de flujo pulmonar anterógrado. Suelen ocurrir tras llanto
prolongado, tras la ingesta de alimento, a primeras horas de la mañana
sin ninguna razón evidente, y en la mayoría de los casos
desaparecen espontáneamente, aunque el niño suele aprender
a mejorar sus síntomas adoptando la posición genupectoral.18
El tratamiento consiste en mantener un ambiente tranquilo y posición
prona con genuflexión sobre el tórax. Si no cede se administrará
sucesivamente, sedación con morfina (0.1 mg/Kg IV), propranolol
(0.1 mg/Kg IV), expansión de volemia con líquidos intravenosos
y adrenérgicos alfa para aumentar las presiones sistémicas.
La administración de oxígeno si bien no mejora puede ser
tranquilizador para el paciente.
Las complicaciones intracraneales pueden ser otra forma de manifestación
de las cardiopatías cianóticas. Los abscesos cerebrales son
más frecuentes en los niños mayores de 2 años, siendo
debidos al paso de bacterias desde el lado venoso al sistémico y
al flujo cerebral como consecuencia de la falta de acción fagocítica
de filtro del lecho capilar pulmonar, favorecidos a nivel cerebral por
una disminución de oxigenación en zonas que han sufrido microinfartos
secundarios a hiperviscosidad sanguínea por policitemia. En los
menores de 2 años predominan los accidentes tromboembólicos
como resultado del aumento de coagulabilidad sanguínea por hiperviscosidad
que conduce a trombosis venosa y embolización de coágulos
al territorio cerebral.19
El diagnóstico de las cardiopatías congénitas
se realizará en base a la anamnesis y exploración física,
ECG, radiografía de tórax, ecocardiograma y cateterismo cardiaco.
Previamente al cateterismo habrá que estabilizar al paciente y su
objetivo no sólo es diagnóstico, sino que en algunos casos
puede ser paliativo (atrioseptostomía de Rashkind en la transposición
de grandes arterias con septo íntegro) o terapéutico (estenosis
valvular pulmonar, coartación aórtica).20
El tratamiento inicial de las cardiopatías congénitas
irá dirigido a mejorar la insuficiencia cardiaca, asegurar una adecuada
perfusión sistémica y al mantenimiento del flujo pulmonar
(véase apartado de insuficiencia cardiaca). El tratamiento quirúrgico
estará indicado en todos los casos susceptibles de corrección
total o paliativa, siendo en ocasiones el trasplante cardiaco una alternativa
terapéutica para aquellas cardiopatías que no tienen posibilidades
de éxito con las técnicas quirúrgicas convencionales.
La corrección o paliación de los defectos estructurales cardiacos
a menudo es necesaria antes de que tenga lugar cualquier signo de insuficiencia
cardiaca. En la actualidad es posible reparar o paliar prácticamente
todos los defectos congénitos. Con el fin de mantener la función
miocárdica y prevenir la ICC el objetivo de la cirugía es
reducir las sobrecargas de volumen y de presión de los ventrículos
a una edad lo más temprana posible, lo que también previene
cambios irreversibles en la circulación pulmonar. Para mayor información
sobre aspectos concretos de fisiopatología, diagnóstico y
tratamiento de las cardiopatías congénitas remitimos al lector
a textos especializados en estos temas.21,
22, 23
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