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El fracaso respiratorio agudo (IRA) es uno de los motivos más
frecuentes de ingreso en CIP y la causa más importante de parada
cardiorrespiratoria en la infancia.31 Esta
especial susceptibilidad al fracaso respiratorio se debe a una serie de
peculiaridades anatómicas y funcionales, más acentuadas cuanto
más pequeño es el niño, y que pueden resumirse en:
31,
32, 33
- Una disminución de la capacidad residual funcional (CRF),
con tendencia al colapso alveolar, consecuencia de:
. Una menor cantidad de fibras elásticas y por tanto una compliance
pulmonar disminuida, junto a un menor número de unidades acinares,
con ausencia de mecanismos compensadores como los poros de Khon o los canales
de Lambert.
. Un aumento de la compliance torácica, dada la mayor proporción
de tejido cartilaginoso de la caja torácica
- Un menor calibre de la vía aérea que hace que cualquier
proceso inflamatorio aumente considerablemente la resistencia al flujo
aéreo; el menor soporte cartilaginoso de la vía aérea
también predispone tanto al atrapamiento aéreo como al colapso
de los bronquios distales.
- Una menor potencia, coordinación y resistencia de la
musculatura respiratoria y una mecánica ventilatoria más
ineficaz por la disposición más horizontal de las costillas;
por tanto, el diafragma sería el principal músculo respiratorio.
- Una inmadurez del centro respiratorio.
- Un alto consumo de oxígeno, con un transporte de O2 dificultado
por la existencia de hemoglobina fetal (con una P50 disminuida) y de la
anemia fisiológica de la lactancia.
4.1. ETIOLOGÍA DE LA IRA EN LA INFANCIA
Al igual que en el adulto, las causas de IRA pueden dividirse en tres
grandes categorías: hipoventilación con pulmones normales,
lesiones parenquimatosas pulmonares y obstrucción de la vía
aérea.34 La frecuencia de las causas
específicas variará en función de la edad: en el neonato
son más frecuentes la enfermedad de las membranas hialinas y el
síndrome de aspiración de meconio junto a las patologías
congénitas como causa de IRA (malformaciones tóraco-pulmonares
y cardiopatías), a las que se añaden la persistencia de la
circulación fetal, exclusiva de esta edad; en el lactante y hasta
los dos años de vida, las neumonías (casi siempre virales),
las cardiopatías congénitas y los cuadros obstructivos, tanto
altos como bajos, son las causas más probables de IRA; en el niño
de más edad predominan las neumonías y las crisis asmáticas.
31,
32, 33,
34,
35, 36
4.1.1. Fracaso de la bomba respiratoria
(hipoventilación con pulmón sano)
El común denominador es una hipoventilación con disminución
del volumen respiratorio/minuto por disminución de la frecuencia
respiratoria, de la profundidad de los movimientos respiratorios o de ambos,
que hace insuficiente la renovación del gas alveolar. Las causas
incluyen disfunciones del Sistema Nervioso Central o Periférico,
debilidad de los músculos respiratorios y patología congénita
o adquirida de la pared torácica y pleura.
Un diagnóstico relativamente frecuente en la primera infancia
es el de crisis de apnea, que se define como el cese de la respiración
espontánea durante un periodo superior a 20 segundos (o más
breve si se acompaña de bradicardia, cianosis o palidez). Aunque
pueden aparecer durante la vigilia, en general son más frecuentes
durante el sueño. Las formas más frecuentes son las secundarias
a obstrucción de la vía aérea superior (v.g. hipertrofia
adenoidea, S. de Pierre Robin, estenosis de coanas); sin embargo su etiología
es muy amplia: enfermedades agudas (sepsis, meningitis, infecciones por
virus respiratorio sincitial, pertussis), procesos crónicos (convulsiones,
reflujo gastroesofágico, enfermedades heredodegenerativas como el
síndrome de Leigh), un defectuoso control respiratorio (prematuridad,
anomalías del SNC, drogas, hipoxia crónica, hemorragias intracraneales).
En algunos casos, como la enfermedad de Ondine, no se ha podido establecer
una etiología precisa. 31, 35,
36,
37
Todos los pacientes en que se sospeche apnea deben ser admitidos en
observación durante un periodo mínimo de 24-48 horas, con
monitorización continua de SatO2, frecuencia cardiaca y respiratoria.
Se consideran criterios de gravedad (pacientes que deben derivarse a CIP)
la no respuesta a la estimulación inicial, el retraso en el inicio
del llanto, la necesidad de RCP o la aparición de gasping una vez
reiniciada la respiración. Por el contrario, son criterios de benignidad
(pacientes en observación) la respuesta vigorosa a la estimulación
inicial, el inicio de una respiración normal y tranquila, un estado
neurológico normal tras respuesta inicial y el que se trate de un
suceso relacionado con la alimentación. 35,
36,
37
El tratamiento puede ser etiológico (infecciones, obstrucciones
altas) o sintomático. Éste varía desde estimulantes
del centro respiratorio en los niños pretérmino (cafeína,
teofilina), hasta la práctica de traqueotomía (con o sin
ventilación mecánica continua o durante el sueño)
o la implantación de un marcapasos diafragmático.37
4.1.2. Enfermedades del parénquima
pulmonar
La fisiopatología de las infecciones del parénquima pulmonar
es similar a la del adulto, aunque los microorganismos responsables varían
con la edad: 31, 32,
34
en el neonato son más frecuentes los Estreptococos del grupo B,
E. coli y Listeria; en el preescolar predominan Haemophilus y neumococos.
La displasia broncopulmonar (DBP) es un cuadro de insuficiencia respiratoria
crónica, con frecuentes exacerbaciones, que aparece hasta en un
20% de los recién nacidos que reciben ventilación mecánica,
especialmente entre aquellos que precisan altos niveles de asistencia respiratoria
durante periodos prolongados, dificultando el destete del respirador, que
a veces se prolonga durante años. Representa la reacción
del pulmón en desarrollo a la lesión pulmonar aguda (hiperoxia,
barotrauma, inflamación y probablemente infección) y se traduce
en un aumento de la resistencia de la vía aérea, un edema
pulmonar persistente o recidivante y una hipertensión pulmonar.32,
35
No existe una terapia eficaz en el tratamiento de la DBP establecida; es
probable que las recientes mejoras en la asistencia respiratoria neonatal
intensiva (uso de surfactante, ventilación de alta frecuencia, óxido
nítrico), disminuyan la indiciencia de DBP. 38,
39,
40
Menos frecuente en la infancia, el SDRA supone un 1-3% de los ingresos
en UCIP y un 8% de la duración de las estancias en las mismas. Las
causas desencadenantes son similares a las del adulto aunque en los niños
guarda escasa relación con los politraumatismos y las transfusiones
masivas. Su mortalidad, al igual que en adultos, continua siendo muy elevada.
34,
41
4.1.3. Obstrucción de las vías
aéreas
Como ya se ha comentado, es la causa más importante de IRA en
la edad pediátrica. Puede afectar tanto a la vía aérea
superior como a la inferior, con hallazgos semiológicos característicos
en cada una (obstrucciones altas: depresión supraesternal, aumento
tiempo inspiratorio, estridor y trastornos fonación; obstrucciones
bajas: tiraje a tres niveles, aumento tiempo espiratorio, sibilancias audibles).
42,
43
No obstante, estos hallazgos son sólo orientativos, ya que una
obstrucción respiratoria alta severa y mantenida provocará
edema agudo de pulmón y una obstrucción baja severa puede
originar una hipoventilación generalizada sin sibilancias y, en
ambas, en estadío terminal, puede desaparecer el trabajo respiratorio.
4.1.3.1 Obstrucción de las vías respiratorias
superiores
Es mucho más frecuente en la infancia (especialmente en la edad
preescolar) que en el adulto. El estridor, el dato más característico
de la obstrucción de las vías aéreas superiores, puede
deberse a afectación de la región supraglótica (epiglotitis,
difteria, mononucleosis infecciosa, abscesos retrofaríngeos, edema
alérgico, cuerpos extraños) o infraglótica (crup,
cuerpos extraños, edema angioneurótico, estenosis traqueales
congénitas o adquiridas, tumores). 42,
43,
44 Las causas más frecuentes son:
4.1.3.1.1. Cuerpos extraños
Aunque la aspiración de un cuerpo extraño puede suceder
a cualquier edad la incidencia pico es de 6 meses a 3 años. 44
Debuta como una crisis de atragantamiento más o menos severa, que
puede pasar desapercibida. En caso de obstrucción completa de la
vía aérea será precisa la extracción urgente
mediante la administración de 5 palmadas dorsales vigorosas alternando
con 5 compresiones torácicas en el lactante, con ciclos de 5 compresiones
en la región epigástrica con el paciente en decúbito
supino en el preescolar y con la maniobra de Heimlich en el niño
mayor.
En el caso de que el cuerpo extraño sea lo suficientemente pequeño
como para profundizar más allá de la traquea, la situación
permite un abordaje más reglado, aunque no se debe demorar más
allá de lo necesario su extracción.
4.1.3.1.2. Crup
Con este nombre se conoce la obstrucción de la vía aérea
a nivel subglótico. Incluye diversos cuadros de distinta etiología
y gravedad, que se presentan con alguna combinación de estridor,
tos perruna, carraspera, fiebre y algún grado de distrés.
Con carácter general hay que tener en cuenta que la intensidad del
estridor, aisladamente, no es criterio del grado de obstrucción
de la vía aérea y que existen escores específicos
para su evaluación. Otro dato importante es que, de acuerdo al principio
de Bernouilli, si se generan flujos más altos a nivel de la zona
estenótica (llanto, agitación), la porción subestenótica
tenderá a colapsarse, incrementado la obstrucción; por ello,
debe evitarse al máximo la manipulación en este tipo de pacientes.
42,
43, 45
Dentro del crup hay que distinguir dos modalidades: el crup espasmódico
y el crup infeccioso. El espasmódico es una enfermedad benigna y
autolimitada, que aparece con mayor frecuencia durante los primeros 18
meses de vida en un niño generalmente con antecedentes de cuadros
similares. Su inicio es brusco, sin pródromos y el paciente está
afebril y con buen estado general. Suelen mejorar con humedad ambiental
y/o aire fresco; puede ser útil el empleo de bromuro de ipratropium
nebulizado.43 El crup infeccioso o laringotraqueitis
es una enfermedad potencialmente severa, de comienzo progresivo y precedida
generalmente de un cuadro catarral. Su etiología suele ser viral
pero clínicamente puede ser indistinguible de las formas más
severas, secundarias a infecciones bacterianas 42,
43,
46 (más frecuentemente S. aureus,
Estreptococos, Haemophilus y Neumococos, pero también Pseudomona,
Klebsiella y Moraxella). La severidad del cuadro varía desde una
moderada afectación del estado general con febrícula hasta
cuadros de fiebre alta e intensa dificultad respiratoria, que pueden precisar
intubación y/o traqueotomía.
Mientras que en la forma espasmódica el tratamiento es siempre
ambulatorio, en la forma infecciosa los pacientes deben permanecer
24-48 horas en observación si sólo presentan estridor sin
retracciones, debiendo ingresar para tratamiento y posible traslado a UCIP
si junto al estridor aparece un trabajo respiratorio importante.
Las formas leves pueden mejorar sensiblemente con la administración
de adrenalina al 1:10.000 en aerosoles y no precisar más tratamiento.
No obstante el efecto de la adrenalina suele ser transitorio y desaparecer
a las dos horas, e incluso hay casos en que aparecen fenómenos de
rebote.46 Igualmente está indicada
la administración de corticoides orales (dexametasona a 0.6 mg/kg,
dosis única oral) y nebulizados (budesonida) con bajos flujos de
oxígeno.45
En casos severos es obligado el ingreso hospitalario por la posibilidad
de que precise una vía aérea artificial. En esta situación,
la administración de adrenalina (tópica o subcutánea),
puede dar un cierto margen para proceder al traslado del paciente, asumiendo
la posibilidad del efecto rebote. Estos pacientes deben ser tratados con
antibióticos de amplio espectro que cubran los gérmenes antes
mencionados, hasta que pueda descartarse una etiología bacteriana.
Igualmente es una práctica común el uso de altas dosis de
corticoides, aunque no hay ningún estudio suficientemente concluyente
respecto a su utilidad.43, 46
4.1.3.1.3. Epiglotitis
Es probablemente la forma más severa de obstrucción alta,
fundamentalmente por su curso fulminante y las dificultades de manejo de
la vía aérea que plantea una epiglotis considerablemente
edematosa. El agente etiológico es casi exclusivamente el Haemophilus
influenzae y por tanto su edad de aparición suele ser por debajo
de los 5-6 años. Suele acompañarse de un estado tóxico
severo, con sensación de enfermedad grave y fiebre elevada. 42,
43,
46
El paciente no suele presentar estridor sino una voz apagada, tos escasa
y débil, e intensa odinofagia, que condiciona un babeo constante.
Típicamente el niño está sentado, con importante uso
de la musculatura accesoria del cuello, que se encuentra en extensión
y con la lengua hacia fuera, para evitar que la glotis se desplace hacia
atrás y obstruya completamente la vía aérea. Este
cuadro clínico característico puede variar substancialmente
en los niños menores de 2 años, en los que se dan hasta el
25% de los casos. Estos pueden presentar pródromos similares a la
laringotraqueo-bronquitis viral, no tener aspecto tóxico ni tan
siquiera fiebre (hasta en un 25%), faltando en casi la mitad de los casos
el típico babeo.46
En esta situación cualquier maniobra brusca puede provocar la
obstrucción completa de la vía aérea por lo que el
diagnóstico debe hacerse con un alto índice de sospecha clínica
y evitar cualquier actuación que agite al paciente. La exploración
de la vía aérea debe evitarse y postponerse hasta que pueda
hacerse por personal especializado (anestesista y ORL), en quirófano
y con material de traqueotomía disponible. El tratamiento incluye
antibióticos específicos para Haemophilus y siempre una vía
aérea artificial. Para estos casos el paciente debe ser sedado
pero debe evitarse la relajación muscular ya que el burbujeo que
provoca la salida del aire por la vía aérea es muchas veces
la única guía para la intubación. El uso de corticoides
sistémicos o adrenalina tópica no han demostrado ser eficaces,
aunque puede intentarse como medida transitoria para su traslado. 43,
46
El pronóstico, cuando se consigue establecer una vía
aérea sin incidencias, es excelente, ya que no suele haber
asociación con otros focos infecciosos por Haemophilus.
4.1.3.2. Obstrucciones de las vías respiratorias inferiores
4.1.3.2.1. Asma
El asma se define como una enfermedad crónica de las vías
aéreas en las que se producen episodios recurrentes de tos y/o sibilancias,
reversibles espontáneamente o con medicación.47
El diagnóstico y la evaluación clínica son similares
a los de adultos (escala de Wood-Downes en niños menores de 4 años
y/o a nivel extrahospitalario; Indice Pulmonar de Scarfone a nivel hospitalario
y, de elección para niños mayores, la medición del
peak flow, valorando la intensidad de la crisis de acuerdo a su caída
con respecto a los valores predichos por la talla).47
En cualquier crisis moderada/severa, que no ceda con el tratamiento inicial,
es aconsejable el traslado del niño a un centro con posibilidades
de terapia intensiva.48
El protocolo de tratamiento del asma infantil se apoya básicamente
en la administración de altas dosis de beta2 inhalados, muy bien
tolerados a estas edades por la ausencia de enfermedad coronaria. 47,
48,
49 Dado que en algunos niños los beta2
agonistas empeoran la hipoxemia al aumentar bruscamente la perfusión
en áreas pulmonares que siguen manteniendo una ventilación
inadecuada, se recomienda que los beta2 nebulizados sean administrados
con altos flujos de oxígeno (8-10 L/m). En cualquier caso, y dado
que a diferencia del adulto los niños se presentan con hipo/normocapnia,
la oxigenoterapia puede y debe instaurarse desde el primer momento en la
crisis que llega al hospital, intentando mantener SatO2 >95%.
Los beta2 más empleados en nuestro medio son el salbutamol y
la terbutalina. El tratamiento se inicia con una dosis alta nebulizada:
0.15 mg/kg de salbutamol (máximo 5 mg) ó 1 gota/kg de terbutalina
(máximo 34 gotas), seguida de 0,05 mg/kg de salbutamol o de 0.3
gotas/kg de terbutalina cada 20 minutos, durante 1 hora. Si la respuesta
es incompleta puede repetirse un nuevo ciclo de beta2.47
Si tras este segundo ciclo broncodilatador tampoco existe mejoría,
puede asociarse bromuro de ipratropio (10 puff ó 1 ml -250 mg- en
nebulización, seguidos de 6 puff o 0.5 ml a los 20 minutos, 2 veces).
Si no hay respuesta, y ya en CIP, se utilizará nebulización
continua con salbutamol; en este momento puede iniciarse perfusión
IV de salbutamol (0.2 mg/kg/min), asociada o no a la nebulización
en función de la tolerancia hemodinámica. Igualmente, puede
asociarse a perfusión de aminofilina: 6-7.2 mg/kg en 20 minutos
(en los casos en que el niño hubiera recibido teofilina se deberán
medir niveles séricos previamente), seguida de 0.6-1.2 mg/kg/hora
(según edad: neonatos: 0.16 mg/kg/h; de 1 a 6 meses: 0.5 mg/kg/h;
6-12 meses: 0.85 mg/kg/h; 1 a 9 años: 1 mg/kg/h; >9 años:
0.75 mg/kg/h).46, 47
Existen algunas otras posibilidades terapeúticas, no convencionales,
a las que se puede recurrir en casos de especial gravedad o refractarios
al tratamiento estándar, como la inhalación de mezclas de
helio y O2 que disminuyen la viscosidad y mejoran el flujo aéreo,
la utilización de anestésicos inhalados o el uso de sulfato
de magnesio, que a dosis de 50 mg/kg IV administrados en 20', ha demostrado
ser eficaz en algunos casos resistentes a otros tratamientos.45
En general el uso de la ventilación mecánica tiende a
postponerse en lo posible, dada la alta tasa de complicaciones y la dificultad
para ventilar a estos pacientes; afortunadamente, la excelente respuesta
al tratamiento broncolilatador agresivo suele hacerla innecesaria. Sus
indicaciones son: agotamiento progresivo, deterioro del estado mental,
ausencia de sibilancias y murmullo vesicular, hipoxemia y/o hipercapnia
refractarias.48 En estos pacientes es importante
conseguir una adecuada sedación/relajación para la intubación,
que puede conseguirse con la asociación de una benzodiacepina de
acción corta, ketamina y vecuronio.
Se utilizan respiradores volumétricos, con frecuencias bajas,
volúmenes corrientes altos y tiempos espiratorios prolongados; no
obstante, este patrón ventilatorio "clásico" ha sido cuestionado,
fundamentalmente por el riesgo de barotrauma. Así, la eliminación
de CO2 dejaría de ser una meta en la ventilación del paciente
asmático, sacrificándose por conseguir presiones teleinspiratorias
más bajas y corrigiendo la acidosis respiratoria con bicarbonato
o trometamina. No existe pues un patrón estándar de ventilación,
aunque parece que el más adecuado incluiría bajos volúmenes
inspirados, frecuencias respiratorias más altas y tiempos inspiratorios
cortos, con una cierta hipercapnia permisiva.48,
49
El uso de PEEP es controvertido y aunque algunos trabajos demuestran que
altos niveles de PEEP o CPAP pueden mejorar el atrapamiento aéreo,
no existe aún experiencia suficiente para su uso sistemático.49
4.1.3.2.2. Bronquiolitis
Es un cuadro de infección de las vías respiratorias, producida
en un alto porcentaje de casos por el virus respiratorio sincitial. Afecta
a niños menores de 2 años y de forma especial a lactantes
por debajo de 6 meses, de preferencia en los meses fríos y siempre
con carácter epidémico. Es un proceso potencialmente muy
grave; además en los casos severos provoca un deterioro duradero
de la función respiratoria y un estado de hiperreactividad bronquial
residual a veces permanente.50, 51
Su fisiopatología es diferente a la del asma ya que en este
caso la obstrucción es mediada por restos del epitelio bronquial
necrosado, por lo que afecta sobre todo a los bronquios más finos
y bronquiolos. Estos depósitos de restos celulares provocan un taponamiento
irregular de las vías respiratorias más distales, con un
gran atrapamiento aéreo, de carácter irregular, con zonas
de atelectasia en donde es fácil que colonicen bacterias oportunistas
complicando la evolución con procesos neumónicos.
El cuadro va precedido de un catarro de vías altas leve, generalmente
con febrícula y en 24-48 horas aparece un aumento del trabajo respiratorio
que progresa rápidamente y que con frecuencia evoluciona a una insuficiencia
respiratoria severa acompañada en algunos casos de pausas de apnea
de origen central. La auscultación respiratoria suele ser muy florida,
lo que contrasta con una radiología en la que con frecuencia sólo
se observa atrapamiento aéreo irregular.
Aunque hay formas leves, la mayoría de los pacientes precisan
ingreso hospitalario aunque sólo sea por la dificultad para la alimentación.50
En este tipo de pacientes los broncodilatadores no son tan eficaces como
en los pacientes asmáticos, lo que es atribuible a la alteración
subyacente en la que el broncoespasmo jugaría un escaso papel. Quizás
la administración de beta2 podría mejorar la sintomatología
por su efecto positivo sobre el aclaramiento mucociliar. No se ha demostrado
que los corticoides mejoren la evolución del paciente, aunque en
general se utilizan en los casos severos; en experiencia de los autores,
la budesonida inhalada mejora sensiblemente la evolución, disminuyendo
la tasa de ingreso en CIP. Parece que el único tratamiento eficaz
sería la humedad ambiental (aerosolterapia ultrasónica) y
la fisioterapia respiratoria suave aunque con cierta frecuencia sea preciso
recurrir a la ventilación mecánica. En estos casos la CPAP
nasal o la BIPAP (bilevel intermitent positive airway pressure) con mascarilla
puede evitar la intubación. Si esta es precisa, el respirador de
elección sería ciclado por presión, debiendo mantener
altos niveles de CPAP o PEEP. 50, 51
Pese a existir un tratamiento específico, la ribavirina, que
puede utilizarse en forma tópica (aerosoles) o por vía parenteral,
no hay ningún estudio que demuestre claramente un impacto beneficioso
sobre la evolución de la enfermedad o el pronóstico. Si se
considera además su potente efecto teratogénico y mutagénico,
su difícil manejo y su alto coste, se entiende que no se emplee
de forma sistemática, reservándose para casos de especial
gravedad o pacientes con factores agravantes (displasia broncopulmonar,
cardiopatías, fibrosis quística, neonatos...).51
4.2. PRINCIPIOS DEL TRATAMIENTO DE LA IRA
EN LA INFANCIA
Independientemente del tratamiento etiológico, el tratamiento
de la IRA se basa en la corrección de la dinámica respiratoria,
la hipercapnia y/o la hipoxemia, en optimizar el transporte y consumo de
oxígeno y en procurar el medio idóneo para la posterior curación
y reparación pulmonar. La IRA es una auténtica emergencia
médica y aunque el niño debe ser trasladado casi siempre
a un Hospital Pediátrico con posibilidad de terapia intensiva, ninguna
de estas consideraciones debe retrasar el inicio del tratamiento. Todos
aquellos habituados al manejo de niños enfermos saben que una aparente
mejoría del trabajo respiratorio, que no se acompaña de una
mejora del estado de conciencia (mejoría paradójica), suele
anunciar una parada cardiorrespiratoria inminente. 31,
32
En todo paciente con IRA debe asegurarse la permeabilidad de las vías
aéreas. Esto es especialmente prioritario en enfermos con afectación
neurológica o con obstrucción primaria de la vía aérea.
Mientras que en los primeros los tubos nasofaríngeos u orofaríngeos
pueden ser eficaces, en los segundos, además de inútiles,
pueden ser contraproducentes, agravando la obstrucción.
El enfermo consciente debe mantenerse en posición semisentada,
con la cabeza en posición neutra, evitando además la distensión
abdominal mediante sondaje nasogástrico, para mejorar la eficacia
de los movimientos respiratorios. No obstante, esta medida debe evitarse
en los casos de obstrucción de la vía aérea superior.
La ventilación mecánica con presión positiva continúa
siendo el tratamiento de elección cuando fracasa el tratamiento
convencional. La intubación nasotraqueal es mejor tolerada por el
niño y facilita el manejo del paciente. El tamaño del tubo
debe ser el apropiado a la edad del paciente (para niños >2 años
= edad/4 +4.5), teniendo en cuenta que la parte más estrecha de
la vía aérea no son las cuerdas vocales sino la región
cricotiroidea. Deben evitarse tubos con balón en niños menores
de 8 años por el riesgo de posterior estenosis subglótica.
Además, la elasticidad del cartílago traqueal y el relativo
estrechamiento subglótico suelen ser suficientes para sellar la
vía aérea. 31, 32,
33
La selección del respirador también está condicionada
por la fisiología del aparato respiratorio del niño pequeño.
31,
32, 33,
52
Así, mientras que en los niños de peso superior a 10 kg suelen
utilizarse respiradores volumétricos, en los lactantes los respiradores
de elección son los ciclados por tiempo y limitados por presión.
Estos tienen la ventaja de carecer de válvula inspiratoria y ofrecer
un flujo continuo de gas fresco, que permite respirar cómodamente
al niño, ofreciendo una rápida respuesta a las altas frecuencias
respiratorias características de esta edad. Se obvia además
el hecho de que con los respiradores volumétricos es difícil
asegurar un adecuado volumen corriente, por la variabilidad de las pérdidas
alrededor del tubo y los pequeños volúmenes corrientes necesarios,
muy próximos al volumen de gas atrapado por la compliance de la
tubuladura. Además, en caso de intubación selectiva de un
bronquio principal, se minimiza el riesgo de barotrauma. El incoveniente
más importante es que si no se ajusta correctamente la presión
máxima a los cambios en la compliance pulmonar, el riesgo de barotrauma
es alto. Por estas mismas razones, en los pacientes más pequeños
no son aplicables las modernas técnicas de weaning utilizadas en
niños mayores y adultos. Así, las frecuencias altas y los
bajos volúmenes corrientes, junto con el esfuerzo añadido
para alcanzar el trigger del ventilador, hacen poco útil la presión
soporte.
Existe nuevos métodos de soporte para la IRA en la infancia,
de difusión irregular entre las unidades de cuidados intensivos
pediátricos y que incluyen:
- Ventilación controlada por presión (PCV) con hipercapnia
permisiva: Sus ventajas teóricas derivan del tipo de onda de presión
generada, que sería cuadrada, con velocidades de flujo muy altas
al inicio de la inspiración, que alcanzan rápidamente la
presión máxima que posteriormente se mantiene con un flujo
desacelerante. Este tipo de curva tiende más a abrir y mantener
abiertos los alveolos que la ventilación convencional, consiguiendo
volúmenes corrientes más altos con menores presiones pico.
Su combinación con PEEP e inversión de la I:E suele provocar
retención de CO2; no obstante, si ésta se instaura lentamente,
suele ser muy bien tolerada por los pacientes, ofreciendo un nuevo modelo
de aproximación al tratamiento del paciente con IRA grave.40
- Ventilación de alta frecuencia (HFV): Incluye 4 tipos fundamentales
de respiradores: de ventilación con presión positiva de alta
frecuencia: HFPPV, que sería una variante de la ventilación
mecánica convencional; de ventilación a chorro de alta frecuencia
(HFJetV), de ventilación con oscilación de alta frecuencia
(HFO) y de interrupción del flujo a alta frecuencia (HFFI). Los
últimos utilizan volúmenes muy bajos (inferiores al espacio
muerto anatómico), consiguiendo el intercambio gaseoso mediante
diferentes mecanismos (pendelluft, perfiles de velocidad asimétricos,
dispersión de Taylor y difusión molecular). Aunque teóricamente
es un método de ventilación que puede conseguir la máxima
oxigenación con las mínimas lesiones pulmonares secundarias
y a pesar de que ha demostrado ser útil en el tratamiento de neonatos
con IRA refractaria o, puntualmente, en niños mayores y adultos
con importantes fugas aéreas por barotrauma, no se dispone de la
suficiente experiencia clínica para aconsejar su empleo generalizado.40,
53
- Administración de surfactante exógeno: Altamente eficaz
en el tratamiento y profilaxis del SDR neonatal, su uso se ha extendido
a otras indicaciones y periodos de la vida, como el SDRA, bronquiolitis,
cirugía cardiovascular, casi ahogamiento, hernia diafragmática
congénita y ECMO entre otras. Aunque existen algunos resultados
alentadores, se refieren casi siempre a escaso número de pacientes,
por lo que dado su elevado coste, son precisos estudios multicéntricos
controlados antes de la generalización de su uso.39,
40
- Oxido nítrico (NO): Administrado en el asa inspiratoria del
respirador, en concentraciones que oscilan entre 5 y 80 ppm, el NO es un
potente vasodilatador pulmonar, sin efectos apreciables sobre la circulación
sistémica. Desde su introducción clínica en 1992 para
el manejo de la hipertensión pulmonar en neonatos, su uso se ha
extendido rápidamente a las UCIs neonatales y pediátricas.
Su relativamente amplio margen de seguridad, su fácil manejo y monitorización
y su coste, ha ampliado sus indicaciones, habiendo demostrado su eficacia
en el postoperatorio de cardiopatías congénitas con hiperaflujo/hipertensión
pulmonar y en el SDRA (asociado en éste a ventilación HFO)
39,
40, 54
- ECMO: La oxigenación con membrana extracorpórea es
un circuito de bypass cardiopulmonar universalmente aceptado para el tratamiento
de neonatos y niños con insuficiencia respiratoria y cardiaca severa,
potencialmente reversible, que no responden al tratamiento convencional
máximo. Las tasas de supervivencia son superiores al 80% para neonatos
y 50% para niños. Pese a ello, quizás por su relativamente
alta tasa de secuelas neurológicas, su alto costo y su complejidad
técnica, su uso está muy restringido, practicándose
tan sólo en 83 centros en todo el mundo, ninguno de ellos en territorio
español. 40, 55
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