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15.1. ETIOLOGÍA
La fiebre es el síntoma más frecuente del niño
enfermo en nuestro medio, constituyendo la causa del 40-60% de las consultas
urgentes. Aproximadamente, el 10% de los ingresos hospitalarios se deben
a fiebre inexplicada, siendo difícil en muchos casos reconocer los
cuadros benignos y diferenciarlos de las infecciones graves.
Las infecciones febriles benignas en los huéspedes normales
pueden ser bacterianas (otitis media, faringitis, impétigo) o virales
(rinitis, faringitis, neumonías). Responden bien al tratamiento
y no ponen en peligro la vida del paciente. Sin embargo, las infecciones
bacterianas graves (sepsis, neumonías, osteoartritis, pielonefritis)
tienen una importante morbimortalidad y precisan un diagnóstico
precoz, especialmente en pacientes de alto riesgo por su edad o por enfermedades
asociadas.
En el período neonatal hay una inmadurez del sistema inmunológico,
con descenso de la inmunidad celular y de la producción de inmunoglobulinas,
lo que aumenta de forma importante la susceptibilidad a las infecciones.
Existe un paso trasplacentario de IgG que conlleva cierta protección,
aunque sus niveles descienden a partir del segundo o tercer mes de vida.147
Las infecciones neonatales pueden tener un origen congénito
o adquirido. Las congénitas son en su mayoría infecciones
virales del grupo TORCH (toxoplasmosis, rubeola, citomegalovirus y herpes),
y suelen cursar de forma insidiosa, con hepatoesplenomegalia, trombocitopenia,
rash cutáneo y trastornos neurológicos.
Las infecciones postnatales pueden ser adquiridas por microorganismos
de la comunidad, aunque en la mayoría de los casos se adquieren
en el canal vaginal en el momento del parto, siendo los microorganismos
más frecuentes el estreptococo del grupo B, E. coli, Listeria
monocytogenes y herpes tipo II.
Es importante considerar que el recién nacido no localiza la
infección, y que los hallazgos clínicos de la sepsis neonatal
suelen ser sutiles, incluyendo hipotermia o hipertermia, respiraciones
periódicas, apnea, hipotonía y letargia.
La fiebre en los lactantes menores de 3 meses debe sugerir la posibilidad
de una infección bacteriana grave, ya que está presente en
el 10-15% de los lactantes febriles de este grupo de edad. Existe bacteriemia
en un 5% de los casos. Las infecciones más frecuentes son la meningitis
piógena, la infección de vías urinarias, gastroenteritis,
celulitis facial, osteomielitis y artritis séptica. Los microorganismos
responsables son Listeria monocytogenes y estreptococo B (meningitis
y sepsis neonatales de comienzo tardío), Salmonella (gastroenteritis),
E. coli (infecciones urinarias), Neisseria meningitidis y
Haemophilus influenzae b (sepsis y meningitis) y S. aureus
(osteoartritis). Sin embargo, los virus son responsables de un 40-60% de
las infecciones en los menores de 3 meses, teniendo un predominio estacional:
virus sincitial respiratorio e influenza A en invierno, enterovirus en
verano.
Los niños febriles entre 3 y 24 meses de edad presentan bacteriemia
oculta en un 4% de los casos, sin ningún signo localizador. Los
microorganismos más frecuentes son S. pneumoniae, H. influenzae
tipo b, N. meningitidis y Salmonella.
15.2. DIAGNÓSTICO CLÍNICO
En la evaluación clínica de los pacientes febriles habrá
que considerar fundamentalmente la edad, el grado de elevación de
la temperatura, la duración de la fiebre y la presencia de enfermedades
asociadas.
El riesgo de una infección bacteriana grave es inversamente
proporcional a la edad, siendo la sepsis la causa más frecuente
de fiebre en el período neonatal.146
Por encima del año de vida la bacteriemia sin foco es poco frecuente
en los pacientes sin aspecto tóxico, y la detección de una
infección grave deberá basarse en la observación clínica.
El grado de elevación de la temperatura no es un dato significativo
en la primeras semanas de vida, ya que puede existir sepsis con temperatura
normal o hipotermia. Por encima de los 3 meses de edad, la temperatura
elevada se asocia a un mayor riesgo de sepsis, siendo del 5% para temperaturas
inferiores a 38.5ºC, y hasta un 25% para temperaturas superiores a
41%.149
La presencia de enfermedades asociadas, tales como anemia drepanocítica,
asplenia, agammaglobulinemia, neoplasias, diabetes o SIDA aumenta de forma
considerable el riesgo de bacteriemia en los episodios febriles,150
justificando una valoración clínica más amplia y una
mayor agresividad terapéutica.
La valoración clínica de los pacientes con síndrome
febril irá dirigida a la búsqueda de posibles focos infecciosos.
Existen asimismo escalas de observación que permiten detectar bacteriemia
oculta en lactantes febriles a través de su aspecto tóxico.
McCarthy151 ha definido una serie de datos
de observación en niños febriles menores de 2 años,
estableciendo criterios pronósticos de enfermedad grave con una
especificidad del 80% y una sensibilidad del 77%. Estudios posteriores
concluyen que el riesgo de bacteriemia oculta en lactantes febriles con
aspecto tóxico es del 92%, siendo el diagnóstico clínico
de toxicidad suficiente para realizar un recuento leucocitario con fórmula
y un hemocultivo.
Tras la realización de una anamnesis y exploración física
completa, si existe sospecha importante de bacteriemia deberá considerarse
la realización de exploraciones complementarias:
- Recuento y fórmula leucocitaria: cifras de leucocitos superiores
a 15000/mm3, asociado a desviación izquierda (>500 cayados/mm3),
tienen un importante valor predictivo en niños febriles menores
de 2 años. En recién nacidos es sugestivo de infección
cifras de leucocitos >30000/mm3 o <5000/mm3, y relación neutrófilos
no segmentados/segmentados >0.2.
- VSG: cifras superiores a 30 mm/h son sugestivas de bacteriemia. Sin
embargo su valor es discutido, ya que puede haber valores normales en las
fases iniciales de la enfermedad, o estar elevada en procesos no infecciosos.
- Proteína C reactiva: valores superiores a 20-30 mcg/ml sugieren
una infección bacteriana.
- Hemocultivo: Está indicado en procesos febriles sin foco,
si se acompañan de aspecto tóxico, fiebre elevada (>39ºC),
edad inferior a 2 años, sobre todo inferior a 3 meses, leucocitosis,
VSG elevada o fiebre prolongada más de 4.5 días.152
- Urocultivo: está indicado en lactantes febriles, especialmente
en menores de 2 meses.
- Punción lumbar: debe realizarse en todos los casos de síndrome
febril sin foco en menores de 3 meses, asociada a hemocultivo y urocultivo.
Asimismo, en fiebre prolongada para excluir una meningitis decapitada o
tuberculosa.
15.3. TRATAMIENTO
- Pacientes menores de 3 meses: Los procesos febriles en este grupo
de edad son infrecuentes, constituyendo entre 1-7% del total de los niños
con fiebre. Se recomienda realizar en todos los casos recuento y fórmula
leucocitaria, hemocultivo, sedimento urinario, urocultivo y punción
lumbar. Aunque no presenten aspecto tóxico parece prudente el ingreso
hospitalario para observación, especialmente en los menores de 2
meses.153 Si existe aspecto tóxico,
se iniciará tratamiento empírico con ampicilina y cefotaxima
o ceftriaxona.
- Pacientes de 3 meses a 2 años: Constituyen el 60% de los procesos
febriles, con una proporción elevada de bacteriemia oculta, sobre
todo cuando la temperatura es superior a 40ºC. Se recomienda realizar,
especialmente en estos últimos, recuento leucocitario, fórmula
y VSG. Cifras superiores a 15000 leucocitos/mm3 y VSG >30 mm/h, tienen
un importante valor predictivo, estando justificado el tratamiento antibiótico
(penicilina V oral, amoxicilina oral, ceftriaxona intramuscular) hasta
el resultado de los cultivos. Se ha demostrado que aquellos pacientes con
bacteriemia que fueron tratados de forma precoz con antibióticos
orales, tuvieron mejor pronóstico que los que se trataron más
tardiamente.154 Si existe aspecto tóxico,
se tratará de forma empírica con ceftriaxona o cefotaxima
intravenosa hasta el resultado de los cultivos.
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