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16.1. ETIOLOGÍA
Aproximadamente el 75% de los casos de meningitis bacteriana se observan
en pacientes menores de 15 años,155 con una mortalidad del 5-10%
y una morbilidad del 25-40%.
Los gérmenes causales definen 3 grupos de edad:
- Recién nacidos y lactantes hasta 3 meses: los gérmenes
más frecuentes son estreptococo B, E. coli, enterococo y
Listeria monocytogenes.
- Entre 3 meses y 4 años: H. influenzae b, S. pneumoniae y N.
meningitidis.
- Mayores de 4 años: N. meningitidis y S. pneumoniae.
La mayoría de las meningitis bacterianas evolucionan en cuatro
etapas: 1) infección del tracto respiratorio superior, 2) diseminación
hematógena a partir del foco respiratorio, 3) localización
en las meninges, 4) inflamación de las meninges y cerebro.
16.2. DIAGNÓSTICO CLÍNICO
Se basa en un alto índice de sospecha, ya que no existe ningún
signo clínico patognomónico de meningitis, dependiendo en
gran parte de la edad del paciente.
En el recién nacido y lactante predominan los signos inespecíficos,
tales como fiebre, irritabilidad, rechazo del alimento, vómitos,
diarrea, ictericia, dificultad respiratoria, letargia, hipotonía,
fontanela tensa y convulsiones.
En el niño mayor existen signos inespecíficos, tales
como fiebre, cefalea, fotofobia, nauseas, vómitos, letargia, irritabilidad,
pero es frecuente la presencia de meningismo. Como signos asociados, destacan:
- Púrpura: se asocia más frecuentemente al meningococo,
aunque no es patognomónica, pudiendo aparecer en otras infecciones
bacterianas o virales. Sin embargo, la aparición de púrpura
necrótica, generalmente precedida de un exantema máculo-papuloso,
es diagnóstico de infección meningocócica.
- Convulsiones: aparecen en un 20-30% de los casos de forma precoz.
Suelen ser generalizadas y no conllevan un mal pronóstico.156 Por
el contrario, las focales, de presentación tardía, suelen
acompañarse de lesiones neurológicas permanentes.
El diagnóstico se confirma mediante la realización de
punción lumbar siempre que exista sospecha clínica, excepto
en los casos de inestabilidad hemodinámica o cuando existan signos
de hipertensión endocraneal. En los recién nacidos la meningitis
se asocia con mucha frecuencia a sepsis, por lo que en todos los neonatos
sépticos habrá que practicar punción lumbar además
de hemocultivos y urocultivos.
La Tabla 20
muestra las características del LCR en infecciones del sistema nervioso
central de distinta etiología.
16.3. TRATAMIENTO ANTIBIÓTICO
El tratamiento antibiótico debe iniciarse lo antes posible, una
vez realizada la punción lumbar, estableciendo aislamiento respiratorio
durante las primeras 24 horas. La indicación dependerá de
los gérmenes más frecuentes según el grupo de edad:
- Recién nacidos y lactantes hasta 3 meses: Ampicilina a dosis
de 200 mg/Kg/día y Cefotaxima a 200 mg/Kg/día o Ceftriaxona
a 100 mg/Kg/día.
- A partir de los 3 meses: Cefotaxima a 200 mg/Kg/día o Ceftriaxona
a 100 mg/Kg/día.
Posteriormente, en función del antibiograma, se modificará
el tratamiento si es necesario.
La duración del tratamiento antibiótico depende del agente
causal, la respuesta clínica y el posible desarrollo de complicaciones,
pero en general será de 7-10 días para el meningococo, 10-14
días para Haemophilus y neumococo, 14-21 días para estreptococo
B y Listeria, y 21 días para enterobacterias gramnegativas.
Se recomienda profilaxis antibiótica en los contactos de pacientes
con meningitis por Haemophilus o meningococo. Debe realizarse a los que
conviven en el mismo domicilio (adultos y niños) y en el ámbito
escolar que hayan podido estar en contacto con las secreciones nasofaríngeas
del paciente. La quimioprofilaxis se realiza con rifampicina vía
oral (Tabla 21),
recomendándose también al paciente una vez finalizado el
tratamiento antibiótico parenteral.
16.4. MEDIDAS DE SOPORTE
Se basa en el control del balance hidroelectrolítico, el mantenimiento
de la estabilidad del sistema cardiovascular y la corrección de
las alteraciones del SNC.
El mantenimiento de un adecuado balance de líquidos y electrolitos
es de gran importancia, siendo relativamente frecuente la presencia de
un SIADH, en cuyo caso se recomienda restricción hídrica
entre el 50-75% de las necesidades basales.
La restricción hídrica debe asegurar una correcta presión
arterial sistémica y perfusión de los órganos vitales,
siendo preciso la inserción de catéter venoso central y monitorización
de PVC en los pacientes en shock, así como la necesidad de drogas
vasoactivas.
La utilización de corticoides en el tratamiento de la meningitis
bacteriana parece ser de utilidad particularmente en la prevención
de problemas auditivos en la meningitis por Haemophilus influenzae.157,
158, 159 Pueden
administrarse en las meningitis bacterianas que no son clínicamente
meningocócicas, en niños menores de 2 años de edad.
No existen datos de eficacia en meningitis causadas por neumococo o meningococo,
y no deben emplearse en meningitis asépticas o víricas. La
pauta de administración es 0.6 mg/Kg/día vía intravenosa,
repartido cada 6 horas, durante los primeros cuatro días de tratamiento
antibiótico.
Las convulsiones ocurren aproximadamente en una tercera parte de los
pacientes con meningitis bacteriana, con buena respuesta al tratamiento
con diazepan o difenilhidantoína vía intravenosa, siendo
estos fármacos preferibles al fenobarbital por mayor riesgo de depresión
respiratoria.
Está indicada la realización de TAC o RNM en casos de
fiebre prolongada, aparición de signos neurológicos focales
o si hay datos clínicos de incremento de la presión intracraneal.
La fiebre prolongada, de más de 9 días de evolución,
es relativamente frecuente (13% de los casos), especialmente en la meningitis
por Haemophilus. Es preciso descartar la presencia de una colección
subdural o la existencia otros focos infecciosos, tales como artritis o
neumonía.
El pronóstico de la meningitis bacteriana depende sobre todo
de la edad del paciente, el patógeno causante, y la competencia
del sistema inmune. Los recién nacidos tienen unas cifras de mortalidad
alrededor del 15-20%, mientras que en el resto de los niños es de
un 5%. Presentan secuelas un 20-50% de los pacientes, siendo lo más
frecuente hipoacusia.
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