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Se considera traumatismo craneoencefálico (TCE) a la lesión
traumática producida sobre la bóveda craneal y/o su contenido.
Implica al menos contusión o laceración del cuero cabelludo,
del cráneo y una alteración más o menos severa del
estado de conciencia. Esta patología incluye contusiones simples,
fracturas craneales, edema cerebral traumático, daño axonal
difuso y hemorragias intra o extraparenquimatosas (hematomas epidural y
subdural) producidos por caídas desde diferentes alturas, accidentes
de bicicletas, vehículos a motor y atropello fundamentalmente.79,
80,
81
El niño es más frágil frente al traumatismo cerebral
ya que su cerebro está menos mielinizado, los huesos craneales son
más blandos y la relación cabeza-cuerpo es mayor.
En la actualidad, el TCE es una endemia en los países desarrollados
y en vías de desarrollo, siendo en muchos de ellos la primera causa
de muerte e invalidez en los niños. En los lactantes, los malos
tratos físicos son la primera causa de lesión craneal, siendo
el síndrome del niño sacudido (shake-baby syndrome) relativamente
frecuente en los primeros seis meses de vida.62,
82
Hay que enfocar el TCE en el contexto de un paciente politraumatizado,
como ocurre en la mayoría de los casos. Las lesiones extracerebrales
son muy importantes ya que pueden agravar la evolución de la lesión
cerebral.
A nivel extrahospitalario es fundamental el estudio de la lesión
primaria cerebral producida directamente por el TCE y su repercusión
a nivel de la vía aérea, patrón respiratorio, hemodinámica
y estado de conciencia, y la prevención de lesión secundaria
cerebral por hipoxia, hipotensión o edema cerebral postraumático.
6.1. VALORACIÓN DE LA GRAVEDAD. EVALUACIÓN
PRIMARIA
Se valorarán fundamentalmente (Tabla
8):
A) Estado de la vía aérea (Airway): se descartará
obstrucción en la misma por caída de la lengua hacía
atrás, cuerpos extraños, vómitos , sangre y otros.
Además se valorará la existencia de apnea o de hipoxia. Puede
no existir cianosis en situaciones de anemia severa. Hay que descartar
a la vez la presencia de lesión maxilofacial o cervical que impida
la ventilación. Ante la presencia de estridor o disfonía
se pensará en hematomas que compriman la vía aérea,
sobre todo si existe trauma cervical penetrante.
El tratamiento in situ consiste en aspiración de secreciones
e implantación de una cánula de Guedel, maniobras de apertura
de la vía aérea (apertura de boca y tracción mandibular)
sin hiperextensión cervical ante el riesgo de trauma cervical asociado.
Administración de oxígeno al 100% con mascarilla facial.
Si se precisa mantenimiento de vía aérea permanentemente
se indicará intubación orotraqueal. Se realizará ventilación
con bolsa y mascarilla previa a la intubación, en todos los casos,
salvo cuando exista traumatismo maxilofacial severo. Es aconsejable, si
la urgencia de intubación no es inmediata, el empleo de anestésicos
o sedantes, (thiopental si normovolemia, lidocaína, midazolam o
fentanilo si hipovolemia) y miorrelajantes (succinilcolina, vencuronio
o pancuronio) para prevenir los incrementos de PIC que ocurren durante
la maniobra de intubación. La intubación está indicada
en casos con puntuación de GCS <8, traumatismo maxilofacial grave,
insuficiencia respiratoria, broncoaspiración, PCR, bradicardia severa
e inestabilidad hemodinámica.61, 82,
83,
84
Si es imperativa la intubación del paciente y sin embargo no
se puede realizar, una alternativa en pediatría es la ventilación
transtraqueal percutánea con cánula IV de 14-16 G a la que
se adapta una conexión de tubo endotraqueal de 3 mm. Ésta
resulta menos problemática que la cricotiroidotomía convencional,
aunque los sistemas de cricotiroidotomía mediante técnica
de Seldinger pueden emplearse pues el riesgo de estenosis subglótica
posterior se reduce de forma importante.
B) Respiración (Breathing): se valorarán el patrón
respiratorio, la frecuencia respiratoria y los movimientos torácicos.
Se sospechará neumotórax a tensión ante la presencia
de taquipnea, desviación traqueal, hiperresonancia, hipoventilación
ipsilateral, distensión de las venas del cuello y cianosis (Tabla
8). Ante la sospecha del mismo se practicará punción
torácica con aguja de 14-16 G en el segundo espacio intercostal
a la altura de la línea medio clavicular, y posterior colocación
de drenaje definitivo. Si el neumotórax es abierto se sellará
con gasas impregnadas en vaselina, practicándose seguidamente toracotomía
con drenaje. En caso de sospecha de hemotórax con gran compromiso
respiratorio se implantará drenaje en el cuarto espacio intercostal
en línea axilar posterior. En todas estas situaciones será
precisa la oxigenoterapia con mascarilla facial o intubación.61,
82
C) Circulación (Circulation): el objetivo prioritario es conseguir
una adecuada perfusión tisular, restaurando la volemia. La valoración
de la misma se basará exclusivamente en los datos clínicos.
Los indicadores fundamentales son el relleno capilar, coloración
de la piel, palpación de pulsos y taquicardia, aunque ésta
última puede estar ocasionada por dolor o estrés. Las maniobras
urgentes a realizar son:
1. Compresión del lugar de sangrado externo.
2. Acceso intravenoso periférico con 2 catéteres gruesos
y cortos o inserción de catéter central de doble luz. Si
falla lo anterior, en niños menores de 6 años está
indicada la vía intraósea mediante la inserción de
una aguja intraósea en la cara interna de tibia proximal, justo
por debajo de la línea de la tuberosidad anterior o bien, en la
extremidad distal del fémur o sobre el maleolo interno tibial, que
permitirá la administración de medicamentos y volumen
durante la reanimación con igual velocidad de infusión que
una vía periférica.
3. Expansión de la volemia con el fin de restaurar el flujo
circulatorio, para lo cual se administrarán con rapidez soluciones
cristaloides (Ringer-Lactato, suero fisiológico). La dosis de cristaloides
será de 20 ml/Kg tan rápido como sea posible o requiera la
situación hemodinámica del paciente. En ocasiones se precisan
hasta 50 ml/kg en los primeros minutos. Recientemente se ha descrito que
la administración de pequeños volúmenes (0.5 a 1 ml/Kg)
de solución salina al 7.5 % desciende la PIC aumentando la diuresis,
con efectos también beneficiosos sobre la volemia.77,
85
Existe controversia sobre el empleo de coloides en el TCE con shock hipovolémico
ya que se ha descrito pérdida de volumen extravascular, aumento
de la PIC y empeoramiento de la función pulmonar.
D) Disfunción neurológica (Disability): el mejor indicador
de la gravedad neurológica es el nivel de conciencia que se valorará
mediante la escala de Glasgow. En niños en situación preverbal
se utiliza la escala de Glasgow modificada o la escala de Morray (Tablas
6 y 9) que valora
la función cortical y del troncoencéfalo. Según la
puntuación de GCS se clasifica en TCE grave si es menor o igual
a 8, TCE moderado entre 9-12 y TCE leve si es mayor de 12. En la escala
de Morray el TCE grave es el de puntuación menor de 3. 62,
79,
81
Es preciso tener en cuenta también el ritmo respiratorio ya
que tiene valor, junto a otros síntomas, para localizar el nivel
de la lesión. Así, si ésta se encuentra en cerebro
anterior o diencéfalo, el tipo de respiración será
de Cheyne-Stokes; si es a nivel mesencéfalo-protuberancial existirá
hiperventilación central; si es en protuberancia anterior o bulbo,
la respiración puede ser apneica, atáxica o en salvas.
El tratamiento del TCE grave incluye intubación inmediata e
hiperventilación. Ésta tiene efecto rápido sobre la
PIC al producir vasocontricción y disminución del volumen
sanguíneo cerebral. Mejorará además la hipoxia y contrarrestará
la acidosis láctica cerebral que pueden ocurrir en el TCE severo.76,
83
El diagnóstico se orientará en base a la exploración
física rápida de los diferentes sistemas del paciente y a
la evaluación neurológica inicial del estado de conciencia,
pares craneales, función de troncoencéfalo (reflejos pupilar
y corneal), función de médula espinal (tono muscular, movilidad,
sensibilidad y reflejos), además de la inspección y palpación
de la cabeza y cara buscando depresiones, edemas, laceraciones, hematomas
o equímosis, en el lugar del trauma, a la vez que fugas de líquido
cefalorraquídeo por nariz u oídos, hematomas en los párpados
y áreas retromastoideas, indicativo todo ello de fractura de base
de cráneo.
Al mismo tiempo, se descartará, en el TCE grave, lesión
a nivel de columna cervical buscando la presencia de deformidad, edema
o equímosis en el cuello. Aunque no aparezcan, se debe colocar siempre
un collarín cervical de tamaño adecuado para la edad. A la
vez se observará la ventilación y el ritmo respiratorio del
paciente, que permitirá una aproximación topográfica
al lugar de la lesión cerebral, buscando la posible existencia de
lesión pulmonar asociada.
Se valorarán daños a otros niveles como fracturas que
necesiten inmovilización, heridas abiertas y cuerpos extraños
penetrantes, que no deben extraerse.
El 60% de las muertes por traumatismo craneoencefálico ocurren
antes de la llegada del enfermo al hospital. El equipo de emergencias tiene
como principal cometido estabilizar al paciente en el lugar del accidente,
antes de proceder al transporte. Es necesario, de acuerdo a lo indicado
anteriormente, conservar la apertura de la vía aérea, proteger
la columna cervical mediante collarín, mantener una ventilación
y oxigenación adecuadas mediante oxigenoterapia y, si ha sido necesaria,
intubación. Mantener analgesia (dipirona magnésica, cloruro
mórfico) durante el transporte al hospital y buena inmovilización
para así evitar caídas o movimientos bruscos que deterioren
su estado. Se evitará la hipotermia que empeorará la lesión
primaria. En la Tabla
10 se reseña la monitorización que se precisa durante
el transporte. Se avisará de inmediato al Servicio de Urgencias
del hospital de referencia de la llegada del paciente, proporcionando los
datos sobre el estado clínico actual y la hora aproximada de llegada.
Es preciso la formación de un equipo receptor en Urgencias Pediátricas
que debe de estar preparado antes de la llegada del paciente. Incluirá
personal de enfermería, pediatra, intensivista pediátrico,
cirujano pediátrico o general y anestesista. Uno de ellos actuará
como coordinador, pudiendo consultar si es preciso con otros especialistas
(traumatólogo, cirujano maxilofacial, radiólogo,...). Debe
existir un protocolo que agilice la actuación ya que "el tiempo
corre en contra del paciente". El material de reanimación debe de
estar preparado y se dispondrá asimismo de los datos enviados por
el Servicio de Emergencias como edad, estado neurológico, extensión
de las lesiones y hora aproximada de la llegada.
6.2. EVALUACIÓN SECUNDARIA
A la llegada al hospital se volverá a realizar la evaluación
primaria que no difiere importantemente de la realizada en el medio extrahospitalario,
y se tendrá en cuenta el tratamiento llevado a cabo en éste.
La estabilización del paciente sigue siendo el objetivo prioritario.
Una vez estabilizado, se realizará la evaluación secundaria
que consiste en el examen detallado de cada región corporal (desde
la cabeza a los pies). Debe incluir estudio de cabeza y cuello comprobando
existencia de rinolicuorragia, otolicuorragia o hemotímpano, examen
de huesos faciales y boca para descartar traumatismo maxilofacial, examen
de la espalda, del tórax, palpación de la tráquea,
exploración abdominal y de los miembros.
Se debe realizar un examen neurológico más completo con
las limitaciones del trastorno de conciencia del paciente y el empleo de
medicación sedante y/o relajante. Se explorarán pupilas,
pares craneales, reflejos osteotendinosos, tono y fuerza muscular, desviaciones
de la mirada, reflejos cutáneos como el de Babinsky, reflejos corneal
y espinal y test de Glasgow seriado. Con esta exploración se descartarán
lesiones cerebrales que comprometan la vida y su calidad futura. Signos
como asimetría pupilar, focalidad neurológica, convulsiones,
anomalías en el patrón respiratorio y ritmo cardíaco,
hacen sospechar cuadros de herniación cerebral, ante lo cual, el
paciente debe ser intubado y sometido a hiperventilación con el
objeto de reducir la PIC de forma inmediata. Se consultará en este
caso de forma urgente con el neurocirujano que puede decidir intervenir,
incluso antes de contar con el resultado de la TAC cerebral, en función
de la situación clínica del niño. 61,
79,
81,
83
El tratamiento neuroquirúrgico depende del tipo de lesión.
En fracturas óseas abiertas se realizará limpieza y desbridamientos
por el riesgo de infección; en fracturas deprimidas se elevará
la zona afectada; cuando existen hematomas epidurales se realizará
evacuación inmediata. Estos hematomas ocurren por rotura de vena
o arteria meníngeas y en la TAC se observan como imagen convexa
entre hueso y duramadre. Nunca son asintomáticos, siendo los síntomas
más típicos la pérdida inicial de conciencia seguida
de intervalo lúcido, pérdida posterior de conciencia y desarrollo
de hemiparesia en el lado opuesto con pupila fija o dilatada en el mismo
lado del sangrado (con menos frecuencia en el lado opuesto); los hematomas
subdurales sólo se evacuan cuando son muy voluminosos. Son más
frecuentes que los anteriores y se observan en la TAC como imagen cóncava
entre duramadre y parénquima cerebral. Ocurren por rotura de las
venas que hacen puente y el inicio de los síntomas suele ser más
lento. En lesiones craneales penetrantes no se debe extraer nunca el cuerpo
extraño que penetra en cráneo y requieren evaluación
neuroquirúrgica inmediata.
Se completará la historia clínica incluyendo ingesta
de fármacos, alergias a los mismos, hora de la última ingesta
y enfermedades previas.
Si no se han insertado ya, se colocarán sonda orogástrica
y urinaria, para medición de restos gástricos y diuresis.
Se solicitarán estudios analíticos en sangre y orina, incluyendo
hemograma, bioquímica con ionograma, transaminasas y amilasa, estudio
de coagulación y pruebas cruzadas para la petición de hemoderivados.
Se administrará profilaxis antitetánica.
Se iniciará una valoración radiográfica de cráneo,
columna cervical, tórax y pelvis. En TCE grave-moderado siempre
debe solicitarse una TAC craneal, pero el paciente debe encontrarse estable
hemodinámicamente y sin trauma penetrante. Ante la presencia de
signos de hipovolemia que no responden a la expansión con volumen,
hay que buscar un sangrado interno de importancia, y sólo una vez
solucionado éste, se realizará la TAC. Pueden ser precisas
para ello técnicas como radiografía de tórax, ecografía
abdominal, punción-lavado peritoneal o laparotomía exploradora,
antes incluso que la realización de la TAC. Las indicaciones de
la TAC cerebral en el TCE son GCS <12, si existe deterioro neurológico
progresivo, signos de focalidad neurológica, fractura craneal deprimida
o que crucen vasos o bien fracturas de cráneo amplias en lactantes.
Su información es importante, ya que nos define las lesiones susceptibles
de tratamiento quirúrgico precoz y además informa sobre la
existencia de edema cerebral y herniaciones cerebrales.69,
70,
86,
87 La RNM aporta imágenes mucho mejores
pero consume más tiempo, requiere sedación y personal más
experto para su interpretación, por lo que la TAC continúa
siendo la prueba de neuroimagen de primera línea.71,
88
En Observación ingresarán los niños hemodinámicamente
estables con pérdida prolongada de la conciencia o alteración
progresiva de la misma (pero con GCS >12), vómitos persistentes
(>3), fracturas lineales en zona vascular, sospecha de malos tratos o niños
menores de 1 año con fractura lineal. Estos permanecerán
en observación durante 48 horas (Fig.
4).
Pasarán a la planta de Pediatría aquellos con situación
cardiorrespiratoria estable que requieran ingreso más de 48 horas
por tener lesiones asociadas que precisan tratamiento y vigilancia, aunque
éstos ya no deban ser necesariamente urgentes. También los
pacientes con fracturas en la base del cráneo que precisan reposo
estricto en cama y vigilancia neurológica y de signos de infección.
Los criterios de ingreso en UCIP incluyen: GCS <12 o necesidad de
monitorización de la PIC, fractura vertebral inestable asociada,
riesgo de hemorragia importante, inestabilidad o deterioro respiratorio,
shock no compensado o hemorragia persistente.
6.3. TRATAMIENTO
Durante el ingreso en Urgencias, se realizará vigilancia neurológica
con GCS seriado y control de constantes vitales. Se mantendrán semiincorporados,
con dieta blanda o sueroterapia a 2/3 de necesidades basales si aparecieran
vómitos. Si son necesarios, se indicarán analgésicos
menores.
En la UCIP el tratamiento de sostén continuará y se actuará
de forma específica sobre cada uno de los sistemas afectados.81,
82,
83,
85 En la figura
5 se indica el algoritmo terapéutico a emplear en UCIP.
a) Tratamiento hemodinámico: el estado circulatorio debe ser
controlado continuamente por métodos incruentos (diuresis horaria,
pulsioximetría, frecuencias cardíaca y respiratoria) y, según
la gravedad y existencia de inestabilidad hemodinámica, por métodos
invasivos con canalización de arteria y vena central para monitorización
continua de presión arterial y venosa central (PA, PVC). Para el
mantenimiento de un flujo cerebral adecuado se utilizarán expansores
de la volemia (cristaloides o coloides) y drogas inotrópicas si
es necesario.
b) Tratamiento respiratorio: en pacientes graves suele ser habitual
el uso de ventilación mecánica, bien por inestabilidad hemodinámica,
traumatismo torácico asociado a disfunción neurológica
importante para mantener la hiperventilación como tratamiento de
la hipertensión intracraneal o por deterioro del impulso respiratorio
central.
c) Tratamiento de la insuficiencia renal aguda: el riñón
puede afectarse directamente por el traumatismo o por las alteraciones
hemodinámicas. Es importante mantener una diuresis de 0,5-1 ml/Kg/h.
Se realizarán análisis del sedimento urinario para descartar
hematuria. La hematuria macroscópica o la microscópica que
persiste más de 48-72 horas requieren evaluación urológica.
En el contexto del politraumatizado, las lesiones importantes del músculo
pueden producir mioglobinuria que daña al riñón.
d) Tratamiento de las coagulopatías: por dilución (volumen
administrado) o por consumo de factores, son frecuentes las alteraciones
de la coagulación. El tratamiento se basa en la reposición
adecuada según la deficiencia: Plasma fresco congelado (PFC) si
alargamiento de los tiempos de coagulación, concentrado de plaquetas
si son inferiores a 50.000/mm3, crioprecipitado o fibrinógeno como
tal si éste desciende por debajo de 100 mg/dl.
e) Tratamiento nutricional y metabólico: iniciar lo antes posible
el soporte nutricional. Es preferible la vía enteral, aunque suele
existir íleo paralítico los primeros días y es común
comenzar con nutrición parenteral.
f) Otros cuidados: protección gástrica con ranitidina,
aporte electrolítico adecuado y empleo de profilaxis infecciosa
ya que es común la neumonía relacionada con la aspiración
en el momento del trauma. Algunos autores utilizan descontaminación
intestinal y otros un antibiótico IV, como cefotaxima, durante
los primeros días.
g) Tratamiento de la lesión encefálica: el 70% de las
muertes en niños politraumatizados se debe a la lesión cerebral
traumática y el signo anatomopatológico más frecuente
en los niños que fallecen es el edema cerebral difuso por lo que
el objetivo principal del tratamiento es disminuirlo y mantener una adecuada
perfusión cerebral. Todo paciente con TCE grave (GCS<8)
debe ser intubado e hiperventilado, se debe realizar consulta con Neurocirugía
y posiblemente se implantará un catéter para monitorización
de la PIC, ya que se ha demostrado que el pronóstico mejora con
la normalización de éste parámetro. En nuestra Unidad
actualmente utilizamos el catéter Camino(R) para monitorización
de PIC. Las medidas para aumentar la presión de perfusión
cerebral (PPC= TAM - PIC), son:
-Adecuada oxigenación (PaO2 >100 mmHg).76
-Hiperventilación, por su efecto inmediato al disminuir el volumen
sanguíneo cerebral por vasoconstricción. No debe ser muy
intensa (mantener PaCO2 entre 30-35 mmHg) ya que disminuye el flujo sanguíneo
cerebral, ni tampoco prolongada pues el efecto no dura más de 24
horas debido a que se compensa al amortiguarse el pH en LCR.
-Mantenimiento de una tensión arterial media normal o incluso
alta. Para adecuar el flujo sanguíneo cerebral a las necesidades
metabólicas del cerebro puede monitorizarse la SjO2 (saturación
de O2 en el bulbo de la yugular) que se debe mantener en 55-75%. 62,
76
-Cabeza elevada 30º y sin flexión cervical para favorecer
el retorno venoso yugular. La elevación de la cabeza está
contraindicada en el shock y si existe traumatismo cervical.
-Mantenimiento de una normovolemia hipertónica, con una natremia
en rango alto de la normalidad, osmolaridad sanguínea de 300-320
mOs/L y PVC de 3-5 mmHg. Se empleará para ello manitol (no si existe
hemorragia cerebral sospechada o confirmada) y/o furosemida, reponiendo
el exceso de diuresis con suero fisiológico.
-Prevención y tratamiento de la hipertermia, ya que aumenta
la PIC.
-Sedación y analgesia: la agitación y el dolor incrementan
la PIC. Es frecuente tratarlos con perfusión de fentanilo y midazolam.
Maniobras dolorosas como curas, aspiración a través del tubo
endotraqueal y otras, deben ser prevenidas con analgesia adecuada.
- Drenaje de LCR si disponemos de catéter ventricular para monitorizar
la PIC.
- Las convulsiones pueden empeorar mucho la PIC y el pronóstico
del paciente por lo que se emplea de forma rutinaria la profilaxis con
fenitoína en todo paciente con TCE grave (dosis de carga de 15-20
mg/kg). 89
- Evitar la hiperglucemia ya que se asocia con peor pronóstico
al aumentar la acidosis láctica cerebral en periodos de hipoxia-isquemia.
Por ello no se debe emplear aporte excesivo de glucosa en las primeras
48 horas.
- Barbitúricos: se reservan para pacientes con PIC >25 mmHg
durante más de 15-20 minutos, refractaria al tratamiento convencional
y tras haber descartado con TAC la existencia de lesiones susceptibles
de tratamiento quirúrgico. Se emplea dosis de 3-5 mg/Kg de pentobarbital
seguido de perfusión a 1-3 mg/Kg/h con retirada lenta, cuando la
PIC esté controlada, durante 24-48 horas. 76
- Corticoides: no deben emplearse ya que se ha demostrado que incluso
aumentan la mortalidad. Sólo son beneficiosos en el traumatismo
de médula espinal iniciándolo en las primeras 8 horas.
- Otros tratamientos: muchas sustancias y técnicas están
siendo investigadas para ver si mejoran el pronóstico de los
pacientes con TCE grave, entre ellas están la trometamina o THAM
(tamponador no metabolizable), GABA, midazolam, lidocaína, propofol,
etomidato, suero salino hipertónico (pequeños volúmenes
de 0.5-1 ml/Kg de suero salino al 7,5% parecen normalizar la PIC y aumentar
la diuresis en pacientes con edema cerebral refractario al tratamiento
convencional), empleo de hipotermia moderada en pacientes con hipertensión
intracraneal refractaria al tratamiento con barbitúricos a dosis
altas, actuando por disminución del metabolismo cerebral.77,
83,
85
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